La importancia del acompañamiento psicológico en el cambio de hábitos alimenticios

Profesional de la salud ofreciendo acompañamiento psicológico, tomando las manos de una paciente como muestra de apoyo y empatía durante un proceso de cambio de hábitos alimenticios en Endocrinea.

La importancia del acompañamiento psicológico en el cambio de hábitos alimenticios

INTRODUCCIÓN

El empezar un cambio es un proceso, dentro de la primera sesión de acompañamiento psicológico se trabaja el pensar en “el proceso” como un camino que se recorre, lo que muy probablemente implicará tiempo, espacio y esfuerzo ¿cuánto tiempo? ¿Cuánto espacio? ¿Cuánto esfuerzo? El necesario para cada persona, es entendible que esa respuesta lleve a cierto grado de algo que a las personas les es muy poco agradable “la incertidumbre”, para eso es el espacio psicológico, para tomar de la mano en la incertidumbre y poder iniciar un  proceso de cambio de hábitos alimenticios desde la compañía. 

LAS FASES DEL CAMBIO: GUÍA PARA COMPRENDER LA TRANSFORMACIÓN

En el cambio de hábitos alimenticios, intervienen diversas fases de cambio las cuales son comunes de pasar cuando se está modificando una conducta, el Modelo Transteórico del Cambio de Prochaska y DiClemente es una guía importante durante el acompañamiento psicológico, pues permite a las personas ser consciente y nombrar cómo se expresan estas etapas en ella. 

El Modelo Transteórico describe seis etapas en las que las personas avanzan de manera gradual para lograr un objetivo o meta: la precontemplación, contemplación, preparación, acción, mantenimiento y recaída. En cada una de ellas, el individuo atraviesa distintos niveles de motivación y compromiso con el cambio de conducta (Cabrera, 2000, citado en Matus-Lerma et al., 2016, p. 386).

Primera etapa, precontemplación: la persona no se siente motivada ni muestra interés por modificar su estilo de vida. No reconoce que exista un problema o considera que no es necesario hacer cambios.

Segunda etapa, contemplación: comienza a identificar que hay un problema y comprende los beneficios de cambiar su comportamiento, aunque también es consciente del esfuerzo y compromiso que implica hacerlo. Piensa en cambiar en algún momento, pero aún no sabe cuándo.

Tercera etapa, preparación: en este punto, la persona ya reconoce la existencia del problema, reflexiona sobre cómo enfrentarlo y empieza a realizar pequeños cambios o ajustes en su conducta como parte del proceso.

Cuarta etapa, acción: el individuo se encuentra plenamente motivado y comprometido con el desarrollo de nuevos comportamientos, iniciando activamente el cambio en su vida cotidiana.

Quinta etapa, mantenimiento: se enfoca en sostener los nuevos hábitos durante seis meses o más. En esta fase se observa una mayor estabilidad y un cambio consolidado, buscando evitar recaídas o retrocesos.

Sexta etapa, recaída: en esta etapa la persona vuelve a conductas anteriores que tienen probabilidad de dañar su salud. 

EL PAPEL DEL ACOMPAÑAMIENTO PSICOLÓGICO

Es importante que, durante este proceso, la persona reciba acompañamiento psicológico, pues esto le permitirá alcanzar la fase de mantenimiento y permanecer en ella el mayor tiempo posible mediante el uso de las herramientas adquiridas. A lo largo de las sesiones de acompañamiento, la persona puede desarrollar diversas habilidades, tales como: establecer metas realistas y alcanzables dentro de un modelo biopsicosocial, identificar sus factores de riesgo y de protección, tomar conciencia de su ciclo de cambio, reconocer la función que la conducta cumple en su vida, identificar y fortalecer su red de apoyo, reorganizar hábitos en la vida cotidiana, incorporar actividades placenteras que refuercen los nuevos comportamientos, prevenir recaídas y entrenarse en la solución de problemas. 

Estas herramientas buscan favorecer la sostenibilidad del tratamiento a través del desarrollo de recursos psicológicos que promuevan la adaptación y el bienestar a largo plazo.

OBSERVAR PARA TRANSFORMAR: LA CONCIENCIA COMO PRIMER PASO

El primer paso cuando una persona decide modificar sus hábitos alimenticios es observar de manera consciente sus conductas. Este proceso resulta fundamental para evitar recorrer el “camino del cambio con una venda en los ojos”, lo que dificultaría la interiorización de nuevos comportamientos beneficiosos para su vida. Al reconocer que existen otras posibilidades, es posible interrumpir ciertos patrones que han dejado de tener resultados poco satisfactorios y comenzar a explorar las causas emocionales que originan su comportamiento alimentario.

LAS EMOCIONES COMO ALIADAS DEL PROCESO

El acompañamiento psicológico es una oportunidad para que la persona identifique la importancia de las emociones en su proceso de cambios. Identificando más allá de que las emociones son “buenas o malas”, y dando paso a que las emociones solo son, y de hecho, cumplen una función que nos ayuda a adaptarnos. Un tratamiento psicológico que incluye la gestión emocional no solo busca cambiar hábitos, sino mejorar el bienestar general.

Desde el enfoque cognitivo-conductual, esta información es clave porque muestra que los pensamientos, las emociones y las conductas están conectados. Por ejemplo, una persona puede sentir ansiedad y, para calmarse, recurrir a la comida sin hambre real. Trabajar en terapia sobre los pensamientos automáticos (“necesito comer para sentirme bien”) y las emociones que los acompañan permite cambiar la conducta alimentaria (Beck et al., 1983, como se cita en Piqueras et al., 2009).

CONCLUSIÓN: EL CAMBIO COMO ACTO DE RECONCILIACIÓN

Iniciar este camino puede parecer una experiencia imponente. Muchas veces, la palabra “dieta” se asocia con “castigo”; sin embargo, este proceso puede convertirse en una oportunidad para reencontrarse con el cuerpo, explorar nuevas formas de cuidado, vinculación y protección desde la flexibilidad.
El acompañamiento psicológico brinda un espacio de contención donde, desde la seguridad y con la guía de otra persona, puedes sembrar, formar y dejar crecer nuevas oportunidades de autocuidado.

Emprender un cambio en los hábitos alimenticios es mucho más que modificar lo que se come; es iniciar un diálogo con uno mismo, con el cuerpo y con la historia emocional que lo habita. Cada paso en este proceso implica atravesar distintas etapas, como señala el Modelo Transteórico del Cambio, donde se transita desde la negación hasta la acción, y desde la acción hacia la permanencia. No es un camino lineal, sino un movimiento constante entre el avance, la pausa y, a veces, el retroceso; un recorrido profundamente humano.

En este viaje, el acompañamiento psicológico se convierte en un refugio. Es el espacio donde la persona puede mirar su historia sin juicio, reconocer las emociones que han guiado su conducta alimentaria y aprender nuevas formas de relación consigo misma. Desde el enfoque cognitivo-conductual, se comprende que los pensamientos, las emociones y las acciones se entrelazan, y que cambiar una parte de ese tejido puede transformar todo el entramado del comportamiento.

El trabajo terapéutico no solo busca modificar hábitos, sino acompañar el florecimiento de una relación más amable con el cuerpo. 

Bibliografía

Matus-Lerma, N. P. S., Álvarez-Gordillo, G. del C., Nazar-Beutelspacher, A., & Mondragón-Ríos, R. (2016). Percepciones de adultos con sobrepeso y obesidad y su disposición al cambio. Estudios Sociales: Revista de Alimentación Contemporánea y Desarrollo Regional, 24(47), 381-409. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/417/41744003014.pdf

Piqueras Rodríguez, J. A., Ramos Linares, V., Martínez González, A. E., & Oblitas Guadalupe, L. A. (2009). Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física. Suma Psicológica, 16(2), 85–112.